PRIMERA ETAPA DE OTRA REFORMA POLÍTICA NACIONAL
Por Mauro Solano, Director Institucional de Governeo
El Presidente de la Nación expuso los principales ejes de la Reforma Política que enviará al Congreso en los próximos días. No se trata de la primera vez (y con seguridad no será la última) que un gobierno entrante presenta en sociedad su propuesta de nuevas reglas, o modificaciones a las vigentes, en materia electoral y política. Desde la crisis de 2001 en adelante, han sido varios los cambios que se introdujeron en esta arena, aunque con resultados dispares, lo que habilita ciertamente a abrir otra vez la discusión pública.
En este sentido, el gobierno hizo referencia a seis temas principales alrededor de los cuales pretende abrir el debate en el Congreso: boleta electrónica; eliminación de colectoras y candidaturas múltiples; debate presidencial obligatorio; fortalecimiento de la justicia para el control del financiamiento de los partidos políticos; ley de transición; primarias más ordenadas.
En relación a trascendidos periodísticos, y a declaraciones que los propios funcionarios públicos fueron haciendo en los últimos meses, el anuncio ha tenido pocas sorpresas. Todas las cuestiones incluidas fueron abordadas previamente en mesas de debate y consenso con actores políticos, académicos y representantes de la sociedad civil, e incluso la lista se fue depurando en relación a los apoyos y consensos (y también disidencias, dentro de la propia coalición de gobierno) que surgían con el correr de los encuentros.
Si bien el Presidente hizo mención explícita a sus dichos en el discurso de apertura de sesiones ordinarias, cuando se refirió al compromiso de impulsar “una ambiciosa reforma política”, finalmente nos encontramos con que estos seis ejes serían parte de una primera etapa, que luego estaría seguida por otra en la que se abordarán: la institución de un órgano electoral independiente, el financiamiento de los partidos políticos, el fin de las reelecciones indefinidas, la concentración del calendario electoral, y una evaluación integral de las PASO. Por lo tanto, gran parte de la agenda sustancial y de fondo en materia de reforma político electoral ha quedado reservada para esa instancia futura, sujeta al devenir de la coyuntura y que, por tanto, resulta un tanto incierta.
Hecha la aclaración, dentro de este paquete de reformas la introducción de un nuevo instrumento de votación es promisorio, siempre y cuando estén dadas todas las garantías para que tanto electores como partidos puedan confiar en él, con las debidas auditorías abiertas y participativas, y asegurando el cumplimiento de todas las garantías, como mínimo, que tiene el sistema vigente. Es cierto que la introducción de nuevas tecnologías resulta atractiva, pero debemos ser plenamente conscientes de la necesidad de analizar en profundidad cuestiones de fondo, así como de logística, dentro de las que pueden mencionarse: quién será el proveedor del sistema, y el propietario del código fuente; la posibilidad de abastecer en simultáneo a las 36.091 mesas (sumadas las de nativos y extranjeros) de la provincia de Buenos Aires, o la conveniencia de implementarlo por etapas; la capacitación adecuada de electores y partidos; entre otras.
En otra oportunidad desde Governeo hemos pronunciado acerca de la importancia de institucionalizar las transiciones de gobierno, generando procesos preparados, en mayor o menor medida estructurados y formalizados, que con suficiente antelación al momento efectivo del traspaso del poder, faciliten la construcción de una agenda de gobierno, la conformación de equipos de trabajo, instancias de cooperación entre los actores “entrantes” y “salientes”, la recopilación y sistematización de información de gestión, entre otras.
La inclusión de este tema en la agenda de reforma es un claro avance hacia la construcción de un régimen político más previsible, sin alteraciones innecesarias que entorpezcan el accionar estatal, en virtud de los beneficios que traerá en materia de fortalecimiento institucional, aplicación de soluciones innovadoras, y la organización del Estado para el desarrollo a través de la sostenibilidad de políticas públicas exitosas.
Como mencionamos, lamentablemente se ha dejado de lado en esta etapa una cuestión clave: el financiamiento de las diferentes fuerzas políticas. Una manera de avanzar decididamente a una democracia de mayor calidad implica desterrar las sospechas acerca de la eventual circulación de dinero en efectivo, muchas veces de dudoso o cuestionable origen, a través de donaciones que no son fácilmente justificadas por las fuerzas políticas.
En este sentido, si bien la propuesta presentada hoy incluye el fortalecimiento de la justicia para el control del financiamiento de los partidos políticos, con herramientas para cumplir de manera efectiva la legislación electoral, hay más espacio para lograr que la ciudadanía incremente la confianza en el sistema de partidos políticos. Entre otros temas, podemos citar: la progresiva bancarización de los aportes, la justificación del patrimonio de los partidos y/o de sus dirigentes, el posible control por parte de los partidos de la situación patrimonial de sus candidatos, la rendición de cuentas con respecto al destino del financiamiento aportado por el Estado en tiempo y forma, etc.
El cuadro es más complejo si pasamos al ámbito de la provincia de Buenos Aires, donde claramente podemos afirmar que todo está por hacerse, ya que contamos con una Ley de financiamiento y tampoco se cumple con cuestiones normativas ya vigentes. Por ello, insistimos en que es necesario aprobar una Ley que regule y controle el financiamiento a los partidos políticos. Esclarecer y transparentar el financiamiento y los movimientos de fondos en general de las fuerzas políticas (partidos políticos y agrupaciones municipales) resultaría un decidido avance en el funcionamiento del sistema democrático.
A modo de balance, resulta saludable abrir el debate de la reforma política, teniendo en cuenta los matices y contrapuntos reseñados. Nuestra sociedad tiene una alta valoración de la democracia como forma de gobierno, no así de la política, los partidos y otras instituciones políticas. Existe entonces una enorme oportunidad para trabajar en la mejora del sistema y el comportamiento de sus principales actores, y quizá el Congreso Nacional pueda incorporar los temas que han quedado pendientes para la próxima entrega de esta novela, que nos debe justamente lo más intenso de su trama.