Instituciones, actores y procesos políticos

Existe un amplio consenso acerca de la incidencia directa de las instituciones en los productos de la actividad política, sin que ello nos lleve a caer en el reduccionismo de pensar que el funcionamiento óptimo del sistema político depende únicamente de ellas.

En el plano político, social y económico, las instituciones tienen un papel central, al igual que los vínculos con y entre sus miembros, que no son unívocos ni unidireccionales. Si bien las reglas e incentivos del sistema delimitan las posibilidades de acción de los actores políticos, son ellos los que operan en la selección de un diseño institucional determinado.

La actualidad nos ofrece un contexto propicio para repensar y consolidar un nuevo esquema institucional orientado al desarrollo, que no sólo garantice la prestación eficiente y eficaz de bienes y servicios, sino que además se involucre activamente en el esfuerzo por nivelar y equilibrar el plano social y económico, reduciendo las inequidades y brechas existentes y garantizando la igualdad de oportunidades y resultados.

En esa senda, la formulación de políticas públicas enfrenta a las y los decisores políticos a la necesidad de definir y resolver problemas transversales y multidimensionales que atraviesan los límites funcionales de las estructuras tradicionales del Estado, requiriendo la acción conjunta y coordinada de diversos organismos gubernamentales.

Entendemos que -para alcanzar un desarrollo inclusivo- debemos contribuir a la consolidación de un Estado cuya estructura y funcionamiento motorice el proceso.