OTRA REFLEXIÓN EN LA PARED

Por Julián Lopardo, Director Ejecutivo de Governeo

El sábado 23, en el Diario El Día se publicó una nota titulada “Burocracia Bonaerense: La pared”, cuya idea central -la existencia de una organización estatal cuasi autónoma que todo lo impide- me llamó a la reflexión.

La metáfora –musical- puede estar sesgando nuestra mirada sobre un problema profundo, complejo y debatido.

28-01-2016 ParedA pesar de la connotación negativa que en la nota se le endilga, la pared puede integrar un hogar, ser compañera de juegos de aficionados solitarios de algunos deportes o albergar la “última cena”.

El problema no es la pared, sino cómo y para qué la construimos. Luego, cómo interactuamos con ella.

Es cierto que los procedimientos administrativos deben ser permanentemente replanteados, modernizados y simplificados con una mirada socio-céntrica que haga foco en el ciudadano para evitar la tendencia a la endogamia burocrática.

En ese sentido, la incorporación de herramientas tecnológicas que agilicen trámites, acorten distancias y ahorren tiempo valioso a las personas es siempre bienvenida. Pero no se trata sólo de tecnología, sino de invertir en las capacidades de quienes integran el Estado -las personas que motorizan su acción- con el objetivo de mejorar la sustancia de tales procesos de trabajo. Es esencial entender de qué forma podemos resolver las necesidades sociales e individuales de quienes acuden a la administración, en el momento oportuno y salvaguardando siempre el interés general. Tecnificar, solamente, no resuelve el problema. La buropatología no es más que una deformación de la organización que se desvía de sus verdaderas finalidades. Y generar una buropatología electrónica, puede hacer más eficiente la enfermedad y, por ello, diseminarla rápidamente.

Para innovar, se debe conocer lo existente y comprender sus objetivos y valores. No se trata de construir meras utopías, sino de saber hacia dónde alineamos el barco. Para que las trabajadores públicos (siempre las personas) comprendan cada día más el contexto en el que se desempeñan, hay que invertir en su trayectoria y motivar su compromiso. En definitiva, la política que motoriza depende. para llevarlas delante la gestión de las políticas públicas, de la su brazo ejecutor. Por bien diseñados e intencionados que sean, sin capacidades estatales no habrá programas de desarrollo exitosos porque fracasará su implementación.

Una experiencia interesante se observó en la Secretaría Legal y Técnica de la Gobernación en el periodo 2010-2015, mediante un proceso basado en tres pilares: 1.- Simplificación de los procedimientos; 2.- Incorporación de tecnología y digitalización de las comunicaciones; y 3.- Capacitación, información y participación.

La reingeniería de procedimientos -que eliminó pasos que no agregaban valor a los trámites administrativos- y la digitalización de los archivos, comunicaciones internas y procesos de trabajo, ahorró tiempo valioso. Todo ello fructificó en proyectos como el trámite digitalizado de promulgaciones de leyes, el expediente digital, el registro digital de adhesión a normas provinciales, el sistema integrado de atención de consultas y una serie de iniciativas que merecieron reconocimientos a nivel provincial por su carácter innovador. Lo concreto, es que los tiempos de tramitación de los expedientes – allí donde se canalizan las peticiones de los ciudadanos – se acortaron a la quinta parte de lo que solían demorar.

Sin descreer de las bondades de la tecnología, no hay dudas que el cimiento último de tales logros estuvo en el proyecto de capacitación de quienes conformaron el organismo, promoviendo una renovada cultura organizacional de servicio a partir de la generación de conocimiento colectivo construido con la participación de todos los miembros del equipo.

Tras las propuestas de formación profesional, se sucedieron convocatorias a la participación para canalizar e implementar las ideas de quienes antes fueron capacitados, generándose un ciclo virtuoso de innovación en permanente realimentación. Se trata de aprovechar las nuevas capacidades de los miembros del equipo como forma de mejora constante y reconocimiento, apostando a conformar una organización inteligente -que aprenda a aprender- con la innovación como motor permanente.

En definitiva -aunque suene a perogrullo-. la Administración Pública se compone, como cualquier organización, de personas. Y tendrá la fortaleza y capacidad que ellas ostenten. Si queremos mejorarla, allí estará la clave. Construir trayectoria pública con los trabajadores estatales es generar riqueza. Saber escuchar, nos hace aprender. Y una vez que aprendemos, mejorar es inevitable.

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